sábado, 24 de octubre de 2015

Las inquietudes de Shanti Andia

Una vez terminada de leer en la noche de ayer la magnífica novela de Don Pío, Baroja, por supuesto, que lleva por título Las inquietudes de Shanti Andía, y que ya fue comentada en la última entrada de mi blog, ese que se titula "Matando moscas con el rabo", y que podéis encontrar aquí, me puse a ver la película que hace referencia a uno de los temas más queridos de este escritor guipuzcoano como es el de la aventura en el mar y la pérdida del protagonismo de sus protagonistas esenciales, los marinos, especialmente los de altura, me enteré de la existencia de una película española realizada en el año 1946,  y que se estrenó en España al año siguiente, 1947, que se basa casi literalmente en el libro. Así que, ni corto ni perezoso, esa misma noche procedí a verla, pues - ante mi sorpresa- esta en su totalidad en Youtube.

Las inquietudes de Shanti Andía es una película del año 1947, dirigida por Arturo Ruiz Castillo, encargado igualmente de transformar en guión la novela de Pío Baroja.

La película es una producción de Horizonte Films y distribuida por C.E.A. que cuenta con la música de Jesús García Leoz y la fotografía de Manuel Berenguer. La película se estrenó el 3 de febrero de 1947 y la Junta Clasificadora de Películas la considero "de interés nacional". 

El reparto lo encabezan algún primera estrella de la época como Jorge Mistral como Shanti Andía,  y un buen grupo de secundarios encabezados por Josita Hernán como Mary, Manuel Luna como Juan de Aguirre, Jesús Tordesillas como Patricio Allen, Milagros Leal como la madre de Shanti y Señora de Andía, Irene Caba Alba como Iñure, Mari Paz Molinero como Casilda, José María Lado como el Capitán Zaldumbide.

Junto a ellos aparecen Nicolás D. Perchicot como el médico Don Hilario, un jovencísimo e irreconocible José María Rodero como Machín, María Teresa Campos como Genoveva, José Prada como el capitán Don Ciriaco, José Jaspe como Chim, el malayo, Manuel Requena como Juan Urbistondo, el farero y Arturo Marín como Ichaso. El propio escritor, ante mi sorpresa, o un actor caracterizado como él, aunque yo me inclino que se trata de él mismo- aparece al final de la película. 


La historia surge en la madurez elevada de Shanti. Durante esta melancólica vejez, el protagonista va recopilando los fragmentos de un diario escrito en el que nos narra su vida, desde su más tierna infancia en Lúzaro, hasta saber la verdad oculta de su familia, los Aguirre. 

Shanti Andía (Jorge Mistral), descendiente de una casa nobiliario antigua de Guipúzcoa, asiste todavía Shanti, un niño aún, al funeral y posterior entierro de su tío Juan de Aguirre (Manuel Luna), aunque la criada de la casa, la Iruñe, le advierte en secreto que su tío no ha muerto y que la caja está vacía, porque su tío era en realidad un pirata que se dedicaba al trabajo de la esclavitud, que está preso en un pontón de Inglaterra, pero que su abuela ha decido darle por muerto.

Esta historia despierta en Shanti la fantasía, y su tío se convierte en un personaje fascinante para la mente del niño que, tras pasar su infancia en el pueblo de la costa vasca de Lúzaro, está decidido en convertirse como Don Ciriaco, un amigo de la familia, en piloto de fragata, recorriendo los mares.

Al crecer se forma como piloto en una Compañía Vasco-andaluza, la de los Cepeda, que cuenta con  el ya citado Don Ciriaco, un amigo de la familia Aguirre, como capitán de una navío que hace la ruta de Manila, "La bella Vizcaína". 

En Cádiz el joven marino se enamora de la hija de los Cepeda, pero a su regreso se entera de que la chica se ha casado. De cualquier manera,  también recibe dos noticias más. Una por parte de Don Ciriaco,  que su abuela ha muerto, pero otra de que su tío Juan de Aguirre está vivo tal y como le comenta un holandés al que conoce en una taberna, mientras bebe despechado por el casamiento de Dolorcitas. 


Cuando regresa a su pueblo natal por el tema de la herencia de la abuela, se reencuentra con sus amigos de la infancia, como Recalde, pero también con su historia familiar.

Su madre le envía a un caserío de su propiedad para que ponga al día en las rentas de uno de sus inquilinos pues se las adeudan. Además quiere ofrecerles una reforma del viejo "baserri".  Shanti, que en sus paseos previos ha visto un joven rubia por la playa,  se entrevista con el hombre que habita la casa, un tal Tristán de Ugarte (Manuel Luna), que vive allí con su hija Mary (Josita Hernán) y su criado Patricio Allen (Jesús Tordesillas), un antiguo marino irlandés.

Al poco tiempo, Juan muere, dejando a su hija, Mary, al cuidado de Shanti, que la aloja en casa de unos amigos.

Shanti y Mary congenian desde el principio, y se hacen novios, pero él tiene que embarcar, por lo que sólo pueden verse de tarde en tarde.

Como ya he dicho, Shanti se enamora de Mary y se promete en matrimonio con ella, tomándola bajo su protección cuando su padre fallece, no sin que antes Shanti haya descubierto que en realidad se trata de su tío Juan de Aguirre que ha regresado ocultando su verdadera identidad.



Tras prometerse en matrimonio, el piloto sigue con su actividad profesional que lo lleva a Burdeos, lugar en el que conoce a un marino que estuvo en la goleta "El dragón" , el barco negrero en el que iban dos hombres de nombre Tristán de Ugarte, uno cruel y otro noble, que pudieran ser su tío, Juan.

El relato narrado por Itchaso, un vasco francés, coloca a su tío en la goleta "El  Dragón" bajo la disciplina de un capitán canalla y paisano, Zaldumbide.

Efectivamente, allí sabe por este protagonista de la historia vinculado con su tío, las aventuras y desventuras de la tripulación de este barco negrero en el que los vascos, jugaban un papel de control , frente a una marinería tan canalla como el capitán.

Tras el motín vivido con el cargamento de chinos y de opio, la autoridad del barco recae en uno de los Tristanes de Ugarte que van embarcados. Al final, Itchaso le cuenta que parte de la tripulación cayó bajo la autoridad británica y fueron presos en los pontones del Mar de Irlanda.

Tras retornar a Lúzaro, vía Bayona, Shanti, ya decidido a casarse, se encuentra que ahora Mary está siendo presionada por un hombre rico y algo mayor que ella. Se trata de Juan Machín, que corteja a Mary, aunque ella le rechaza.

Este retorno de Shanti  al pueblo y su enfrentamiento con Machín le devuelve a la historia familiar. Machín trata de matarle, pero luego, un día, inexplicablemente, le salva la vida en la mar, y poco después, se marcha del pueblo, dejando dos cartas para él, una de su propia mano, y la otra, un manuscrito de su tío. En esta carta de Machín, declara ser hijo de Juan de Aguirre, y hermanastro de Mary, circunstancia que ha sabido por el viejo médico de Lúzaro, contemporáneo de su padre.

El capítulo final del libro - y que resume brevemente Shanti ante su interlocutor, es el manuscrito de Juan de Aguirre cuenta su azarosa vida. En el mismo se nos cuenta que de joven, tuvo dejó embarazada a la criada de la casa, llamada La Shele, cosa que no supo, al estar embarcado. Esta mujer, fue obligada a casarse con un hombre brutal, para esconder el escándalo, y murió al dar a luz a Juan Machín.

Al enterarse de esto, desesperado por los remordimientos, Juan de Aguirre se enroló en un barco negrero, y cambió sus papeles de identificación con un piloto, llamado Tristán de Ugarte.

Tras muchas peripecias, el barco fue hundido por un navío inglés, y ellos, apresados. Más tarde, ellos dos, y otro compañero, Allen, consiguen huir, y Tristán resulta muerto, pero al tener cambiados los papeles, le dan oficialmente por muerto. De ahí el tema de su falso funeral.

Más tarde, Juan de Aguirre pudo rehacer su vida, y casarse, de donde, nació Mary. Por último, conocemos el final de la historia del tesoro de Zaldumbide que implicó la muerte de Allen en el Sahara.

Esto finalmente se lo relata Shanti a un escritor donostiarra al que vemos con su boína, su bufanda y su abrigo oscuro, que al que le ha descrito su vida desde su infancia en Lúzaro, su juventud soñadora en tierras gaditanas, sus venturas y desventuras como capitán de fragata y, sobre todo, la fascinación por su tío Juan de Aguirre.  Con la conciencia de una vida ya cumplida y no del todo satisfecha, Shanti Andía acompañada de Mary relata ese cariño a ese señor que pudiera ser, así se afirma en la película, el mismísimo Baroja, que en su obra nos muestran las gentes del mar, un medio que va perdiendo su romanticismo, y sobre todo con revivir un tiempo que ya, inexrorablemente, es encuentra perdido.

Luis Larrañaga en Auñamendi Eusko Entziklopedia nos cuenta que la adaptación de la novela al cine, no fue muy feliz, a pesar de las buenas intenciones del director que, para mayor eficacia, realizó personalmente hasta los decorados y diseñó el vestuario.

Pero la novela de Baroja, sobre todo en lo que atañe al mar -principal intérprete de esta novela de aventuras de personajes y ambiente vascos- pierde toda verosimilitud en la película con tanto cartón piedra y queda en un intento prácticamente malogrado.

Ni la fotografía de Manuel Berenguer, ni la música del navarro Jesús García Leoz, pudieron hacer mucho para paliar los errores de planteamiento.

Por su parte, Jorge Mistral encarna al protagonista Shanti con sobriedad, pero sin encanto. Más convincente esta el Juan de Aguirre encarnado por un solvente actor de la época, Manuel Luna. Tampoco se puede destacar a Josita Hernán para sacar adelante su Mary. Larrañaga, tirando para su casa y un poco chauvinista, destaca que en el extenso reparto no hay actor alguno vasco aparte de una fugaz presencia del propio escritor don Pío.

La película se estrenó en Madrid el 3 de febrero de 1947 y así como la crítica madrileña la recibió con júbilo por tratarse de una adaptación barojiana, la crítica vasca se sintió defraudada al ver el eterno desconocimiento que demostraban del mar. La Junta Clasificadora de Películas la considero "de interés nacional".

Para Francisco Collado Berrocal, editor de el blog "El Gabinete de Kaligari" estamos ante una obra atípica que rompe con la cinematografía dominante en aquella época, volcada en folklores patrióticos, sin embargo, por momentos aquí aparecen una par de temas alguno flamenco y una copla vinculado a la estancia de Shanti en Cádiz , incluso un zortziko.

El director Arturo Ruiz Castillo realiza una película de aventuras basada en la narración barojiana con una narración pretendidamente intrépida, con interesantes juegos de cámara y primeros planos que reflejan la psicología de los personajes. Sin embargo, lo intrépido está en la narración literaria más que en la visual y cinematográfica. El peso de unos diálogos excesivamente literarios para Arturo Ruiz lastra levemente el desarrollo cinematográfico, pero la magnífica interpretación de los actores , así como lo interesante de la historia permite mantener el interés.

La adaptación no fue muy feliz, según opina el editor del blog "El dardo en la palabra", a pesar de las buenas intenciones del director que, para mayor eficacia, realizó personalmente hasta los decorados y diseñó el vestuario. Entre la pobreza de medios, y lo poco trabajado del guión, que no sabe sacar partido de la historia, se queda en un intento malogrado. Ni la fotografía de Manuel Berenguer ni la música del navarro Jesús García Leoz, que incluye algunas canciones populares vascas y andaluzas, pudieron hacer mucho para paliar los errores de planteamiento.

En el extenso reparto hay un huequecito para el propio Pío Baroja que, al final de la película, aparece escuchando el relato que de su vida, hace el propio Shanti. A Baroja le vemos con esa imagen que se ha hecho típica en nuestro imaginario a la hora de evocarle: chaqueta, boina y bufanda.

Las partes de más acción y atractivo de la novela, pierden garra en la película, pues las imágenes marineras están resueltas en decorados, más bien cutres y con un par de tomas exteriores en las que se ve a los marinos desplegando velas y otras de la quilla del barco rompiendo las olas, que se repiten una y otra vez. Hay también unas escenas de un rescate de pescadores en las cercanías de Lúzaro, que incluyen planos lejanos de lanchas bogando y otros montados a base de transparencias, para un resultado, como casi todo en el film, que destila mucha voluntad y poco acierto.

En este caso, como en muchas ocasiones, la obra literaria está muy por encima de la película. Con motivo del estreno de Las inquietudes de Shanti Andía Jardiel Poncela le escribió una extensa carta, en la que, entre otras consideraciones de gran interés para conocer su pensamiento estético y sus ideas acerca del público y el papel de la mujer, le elogia la adaptación realizada de la obra barojiana al tiempo que le hace una serie de consideraciones teóricas muy interesantes sobre las relaciones entre la literatura y el cine.

Para Santiago Navajas en Libertad Digital "Las inquietudes de Shanti Andía (1947) es la magnífica ópera prima de Arturo Ruiz Castillo, donde se capta el ambiente español a través de unas coplas que transmiten esa poética filtrada entre líneas de la austera prosa, al mismo tiempo lúcida y triste, de Baroja "¡Qué triste que va la luna cuando no lleva el lucero!" canta la cupletista que interrumpe la copla para decirle al protagonista: "No bebas más, los vascos os ponéis luego insoportables" La dirección de Ruiz Castillo está a la altura del guión, que combina extraordinariamente la narratividad aventurera con la reflexividad de una voz en off que ilustra la memoria nostálgica de Shanti Andía. Una nostalgia que es la del espíritu de Baroja, una morriña acerca de un pasado que no fue y de un presente que no acaba de hacer brotar un futuro que se percibe trágico. La aventura física de Shanti Andía es sobre todo moral y Ruiz Castillo hace que sea además, románticamente estética, sin dejar de lado ese humor tan sutilmente patético que era la marca de la casa de don Pío."

El tiempo ha pasado y no sólo ha arrinconado el  mar y los marinos, sino que también lo ha hecho con la película. Cabe la posibilidad que , con el tiempo, el cine español retome esta historia de aventuras, magníficamente narrada por Baroja,  que adaptarla ligeramente puede ser una buena película de cine tan histórico como aventurero. Desde aquí apremio a los productores y a la ETB a meter mano en el proyecto , pues la historia en sí, es una gran historia que visualmente puede ser muy aprovechable.




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